domingo, 10 de octubre de 2010

Poema del libro El Universo



Estímulo visual

Una vaca me miraba, extasiada me quedé
pues sus ojos me escrutaban de la cabeza a los pies.
Al contemplarla, sentía una extraña sensación
pues en su especie veía toda mi alimentación.

Desde bifes que jugosos me servían en la mesa
hasta queso, mantequilla; leche fresca y hasta piezas
que sacadas de su cuero me servían de cartera,
y advertí que mis zapatos la tenían hasta en la suela.

Tan culpable me sentía de explotar al animal
que indefenso me interroga con su mirada habitual
que pensé, que si yo fuera el animal explotado,
vengaría como fuere la crueldad de despiadados.

¿Cómo hacerlo? Siendo vaca no tengo ni voz ni voto,
pero tengo un cuerpo grande y elimino pues de todo,
excrementos que son kilos, más orina que son litros
la saliva con que riego todo pasto que mastico.

Y además tengo en mi cuerpo donde escondo y bien cultivo
buen conjunto de bacterias, de parásitos y virus.
Si yo fuera reservorio de cualquiera de estos virus
¿Te imaginas lo que puedo realizar con mis servicios?

Infectar a quien faena mis pedazos con cuchillos
o meterme en las entrañas con la leche que prodigo,
no preciso ni moverme, me transportan ellos mismos,
los productos que elaboro alcanzan hasta a los niños.

-Pues para darte una idea de la verdad y realismo
te diré que ya infecté con parásitos y virus
a los pueblos que consumen a mis hijos y a los míos-
gritó la vaca al instante perforando mis oídos.

Me quedé casi perpleja de escuchar lo que me dijo
y al mirarla con reproche por su acción y por su dicho
sólo vi a la pobre vaca que muy triste y sin sus hijos
no había hablado, ni movido de su pobre cobertizo.

No hubo diálogo con vaca, ni hubo voces en el sitio,
fue un sentimiento de culpa que traduje así, a mi arbitrio,
para enseñar más verdades que por duras y por mitos
se ocultan hasta en los centros que dirigen los peritos.

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