miércoles, 8 de febrero de 2012

Poema del libro Palabras para Sembrar



El llanto también se guarda

¡Cuánto dolor la embargaba
que en su rostro se veía
la expresión más dolorosa
que yo haya visto en mi vida!

Sin embargo, no lloraba,
aire altivo y compostura
mostró en toda su conducta
incluso en la sepultura

en que al hijo despidiera
de esta vida que acabó
con el joven que engendrara
hace años, con amor.

Fue alegría de su casa
proyecto de su futuro
ella soñaba con nietos
que vendrían a su turno.

Callada y recibiendo
condolencias y saludos
había pasado la noche
acompañando al difunto

mientras oía muy atenta
detalles del accidente
en que a su hijo perdiera
en la ruta bonaerense.

Yo la admiré por su aplomo
su entereza frente al hecho
pero al ver su rostro así
dije ¡Relájate al menos!

Estaba tensa y temí
que en infarto terminara
me miró y dijo al oído
¡El llanto también se guarda!

Después nos pidió disculpas
pues debía descansar
y se fue sola a su casa
precisaba intimidad.

Temí que se suicidara
pues muy sola había quedado
su esposo la abandonó
por una joven, hace años.

Al día siguiente me fui
para asistirla en su duelo,
pensé que hablar con amigas
podría darle consuelo.

La encontré con cara hinchada
y ojos enrojecidos
y al mirarla confesó:
el llorar me ha dado alivio.

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