domingo, 20 de enero de 2013

Poema del libro Palabras para Sembrar




El agua ya se había ido
Solía jugar con agua
desde bebé, acostumbrado
Primero, cuando su madre
le daba baños templados.


Después, cuando supo andar

con cuanto charco encontró
en veredas, galerías
o en el largo corredor.


Cuando lavaban un piso
había que tener cuidado
Si el niño estaba en la casa
iba a terminar mojado. 


Siempre esperando un descuido 

para alcanzar un fuentón
encontró una palangana
que alguno se la olvidó. 


Grande fue su algarabía
cuando al agua se acercó
la tocó con sus manitas
para apreciarla mejor. 


Estaba un poquito fría
pero eso no interesó
se sacó los zapatitos
y a chapotear empezó. 


Haciendo tanto alboroto
al recipiente vació
y el agua mojaba el piso
la alfombra... el parquet del hall.
Cuando apreció su desastre 
pensó, me espera un castigo 
y si me fuera de aquí
sabrán que fui yo, lo mismo. 


Cómo me podré zafar
del desastre producido?
Y empezó a llamar ¡Mamá!
Mira el agua, que se ha ido! 


La madre dejó su siesta 

al llamado del pequeño 
y al punto observó el desastre 
que el chiquillo ya había hecho. 

¿Qué hiciste? Niño travieso 

yo te acosté en la cunita! 
¿Quién dejó esa palangana 
a tu alcance, en la cocina? 

No sé, creo que fue la chica
Pero el agua ya se ha ido
La palangana vacía
estaba en medio del piso. 


¡Mirá tu ropa, empapada! 

¡Mirá tus pies, sin zapatos! 
Fuiste tú quien la volcara 
jugando como los sapos. 

Vete enseguida a tu cama 

tendrás que dormir la siesta 
y si no lo haces verás 
que la solapa te lleva.
La solapa fue su cuco
de las horas de la siesta
mientras que al diablo temía 

a la noche, en las tinieblas.
Pero esta vez el sintió 
que el dormir le haría provecho 
ya le advirtió su mamá 
lo del cuco, por el hecho.

 

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