jueves, 12 de junio de 2008

Del libro: "Surcos de luz"

Fin del segundo milenio


Las aguas arrasaron Venezuela
por las lluvias, dijeron al final,
los laúdes corrían torrentosos
arrastrando muebles, rompiendo cada hogar


Sepultando la gente con escombros

y cubriendo con barro su pasar

Algunos disparaban presurosos

con niños que agarraban al andar


Los países mandaban sus socorros

sin siquiera saber en realidad

que hacer "in situ" con tamaña furia

sin hallar pistas en donde aterrizar.


En el resto del mundo, la violencia

seguía su rutina sin aminorar

las drogas, corrupción y delincuencia

nos quitaron la paz, tranquilidad


Guerrillas por doquier, en todo el mundo

nunca faltan excusas para emplear

armas que matan, mutilan o que expulsan

a los pueblos que habitan un lugar.


¿Por qué tanto desorden y atropello

qué pretende el que ataca, el invasor?

¿Instaurar el infierno con sus armas

por un sueldo, una orden, una razón?


Si hay razones: que hablen y bien claro

puede haber un arreglo en la cuestión

pero si solo avanzan con sus armas

todos perdemos, no hay un ganador.

¿O es que acaso esto es un designio

que nos conduce a auto destrucción

por causas que no capta nuestra mente

pero que fue planeada ya por Dios?


Yo creo que la causa está en los hombres

es locura en el mundo, en la región

Son las mentes que pierden la armonía

por cambios en la tierra, quizás en rotación


Dicen que el eje cambiará sus polos

ya no estarán donde se encuentran hoy

las brújulas tendrán su polo norte

en otro punto distinto al que buscó


Yo sólo pido que el Señor me ampare

que me salve del caos y el horror

pues este es el infierno de los tiempos

y yo me porto bien ¿Verdad Señor?

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